miércoles, 6 de noviembre de 2019

3000 Ibones Etapa 5: Refugio Oulettes de Gaube - refugio Bachimaña

24 de Julio de 2019
Quinto día. Hemos dormido estupendamente. Mejor, porque sabemos que la de hoy es una etapa estupenda, algo dura y muy bella. En contraste con los días anteriores, durante el recorrido solo nos cruzaremos con dos parejas, así que casi en absoluta soledad...
Buenos días señora marmota!
Cuando te enfrentas a una travesía de varios días, en alguna etapa concreta pueden surgir dudas sobre el horario, el itinerario, el desnivel... y más cuando apenas encuentras reseñas claras. Para llegar a Bachimaña hay dos alternativas: una, coger el barranco de Batanes y desde el embalse de Brazato seguir la tubería de presión. La otra, remontar los ibones de Batanes, los que se encuentran más al norte, y cruzar por el collado de Letrero.  Es algo más corta pero con más desnivel.
Salimos como siempre, a eso de las 7 de la mañana junto a Miquel, que nos acompañará parte de la mañana. Cruzamos el llano de Oulettes de Gaube por su zona Oeste, donde habitualmente se colocan las tiendas para vivaquear. Enseguida se pone tieso trazando zig-zags para ganar altura con unas vistas privilegiadas sobre la gran mole vertical del Vignemale. La senda parece que nos lleva hacia el collado de Oulettes de modo franco, pero el collado al que nos dirigimos es el de los Mulos, que se encuentra algo más a la derecha. Así que cruzamos por mitad de la ladera en busca de los últimos repechos antes de dejar Francia.
Vivac en el circo de Oulette de Gaube
Los primeros rayos calentan la roca del Vignemale.
A la izquierda el coll des Oulettes, a la derecha el Puerto de los Mulos.
Vista del llano de Oulettes.
Seguimos subiendo. El sol nos alcanza.
Camino duro para tan pronto por la mañana pero bien trazado.
Nevero antes de llegar al puerto de los Mulos.
Vista desde el puerto de los Mulos al circo del Ara. Enfrente el puerto de Arratille.
Bajamos para encarar el valle de Ara.
Las marmotas no huían a nuestro paso.
Collado de los Mulos (1h), sobre el circo del Ara, enorme, aunque por lo temprano que es, lo admiramos con luz tenue. Empezamos a descender con cuidado pues lo hace de manera brusca. En mitad de esta bajada, una senda parte hacia la derecha trazando una larga horizontal que lleva hasta el collado de Arratille. Pero nosotros seguimos bajando. Reina el silencio, apenas interrumpido por el silbido de las marmotas,  cuyo eco ocupa todo el circo. Vemos alguna hembra con sus crías y las más adultas se muestran dóciles dejándose fotografiar desde cerca. Ya en el fondo del circo y con el sol empezando a tomar fuerza, caminamos entre pastos sorteando al ganado que a esta hora se da cita para hacer acopio del más fresco forraje. Encaramos ya el valle del Ara y nos tenemos que despedir de nuestro amigo Miquel al que agradecemos su conversación, su consejo farmaceútico y esas barritas proteínicas bajas en azúcares. Él hace noche en la casa de Piedra, así que tiene que ir bajando poco a poco en busca del barranco de Batanes. Belén y yo, por el contrario, (2h) no debemos perder altura, trazando una diagonal en busca del ibón de Batanes inferior. Apenas algún hito, la intuición y la consulta de nuestra posición en el móvil, que apenas da para un encendido y apagado rápido, nos pone en la pista correcta. Encontrado el Batanes inferior, nuestro ánimo crece pues éste era el punto clave en la incógnita del día. Sin bajar a la cubeta del ibón, subimos un poco más por una inclinada ladera herbosa y encontramos el ibón superior de Batanes (2h 50'). Buen momento para comer algo. En mi caso, echo mano del último huevo duro. Al pelarlo lo veo algo amarillo y huele raro, pero acabo comiéndomelo...
El sol comienza a levantar por el puerto de los Mulos.
El valle de Ara. Nuestro camino no ha de perder altura.
Una vaca nos vigila.
Dejamos atrás el circo del Ara.
Batanes inferior.
Ascendiendo al ibón superior de batanes.
Ibón superior de Batanes.
Vamos dejando abajo el ibón superior. Ahora es todo andar entre piedras.
Algún tramo, al no existir senda, es necesario echar las manos para progresar más cómodo.
El Vignemale enfrente
Último repecho y ya llegamos al collado de Letrero.
Por cierto, no hemos hablado en ningún momento de nuestros víveres para la travesía. Yo personalmente soy bastante clásico y mi alimentación se componía de frutos secos, embutidos, pan (acabó florecido), una pieza de fruta (melocotón o manzana) y un huevo duro por día. En cuanto a desayunos y cenas, en los refugios eran abundantes. No recordamos ninguno en el que las raciones se quedaran cortas.
Tenemos frente a nosotros lo más duro de la excursión, alcanzar el collado de Letrero. Bordeamos entre bloques el ibón superior por su orilla norte para entrar en una pedrera. Queremos intuir la senda pero sólo son ansias de que sea todo más fácil. Vamos subiendo poco a poco buscando los pasos más fáciles. El objetivo es claro, el camino no tanto. Cuando la perspectiva nos hace creer que ya estamos llegando, todavía nos queda otro repecho para llegar al collado de Letrero (4h).
Se abre ante nosotros el circo de Bramaturo, terreno árido con un ibón aquí y otro allá. Prescindimos del ibón de Letrero y ponemos rumbo al ibón superior de Bramatuero. No contiene mucha agua y acortamos cruzando por la cola para rodearlo por su parte izquierda. Empezamos a encontrar hitos, aunque es un constante sube y baja, que con el cansancio acumulado de días se hace algo pesado, por contra nos regala bonitas fotos. Llegamos por fin a la presa (5h 15') donde la concesionaria de la explotación hidroeléctrica de la presa ha rehabilitado un antiguo refugio. Seis personas caben en la planta baja (no hay mesa ni banco) y lo mismo en la planta superior, a la que se accede por unas grapas en la pared. Una de ellas está suelta. Paramos un rato a la sombra antes de continuar bajando.
Seguimos de bajada por el barranco para llegar al Bramatuero bajo (6h) que también rodeamos por la izquierda. Hermosos campos de hierbas algodoneras (Eriophorum angustifolium) nos alegran la marcha. Nos cruzamos con una pareja, los únicos que hemos visto hoy. Por fín llegamos al embalse de Bachimaña. También lo rodeamos por la izquierda. De nuevo sube y baja y con la moral ya tocada por el cansancio a pesar de estar a punto de ver el refugio, llegamos a un paso sobre los cortados algo comprometido. La roca inclinada está equipada con sirga. A estas alturas de jornada no tenemos ganas de complicarnos el día así que nos quedamos más tranquilos cuando comprobamos que está seco y con cuidado pero cómodamente se puede pasar. Al fin llegamos a la presa y tenemos el refugio de Bachimaña a mano (7h).
Collado de Letrero
Ibón de Letrero y pico gran Arratille.
Ibón superior de Bramatuero.
Una sonrisa antes de continuar
No estaba precisamente lleno el embalse.
Al fondo Arratille y Neveras. A la derecha el collado de Letrero.
Llegando a la presa, el embalse presenta un mejor aspecto. Al fondo el collado de Letrero.
Refugio restaurado de Bramatuero.
Nos espera el embalse inferior de Bramatuero. Al fondo, parte de la jornada de mañana.
Cola del embalse inferior.
Bajando al embalse de Bachimaña.
Lo recorreremos por la izquierda
Cruzando el paso de roca sobre el embalse.
Ya superado de más miedo!
Llegando al refugio de Bachimaña.
Habitaciones amplias, agua caliente sin fichas de pago, cerveza de la tierra a precio de la tierra (¿el grifo más alto de España?) y la amabilidad de Nano, el guarda. Pues eso, una ducha y ya no te duele nada, mano de santo. En la terraza que da al sur departimos con la gente: Dos zagales que iban a los Infiernos y que al día siguiente bajaban al concierto de Emir Kusturica en Pirineos Sur, un padre con su hija que habían subido a pasar la noche y a hacer alguna cómoda excursión, un zagal que estaba haciendo en solitario la GR11 y que hoy le tocaba dormir bajo techo... Así llegamos a la hora de la cena, media hora más tarde que en los refugios franceses y con tres jarras de cerveza en el cuerpo.
Terraza del refugio de Bachimaña.

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